CONGRESO PEDAGÓGICO (1882).
Médicos
y maestros ante la higiene en las escuelas
La
higiene escolar en México —en tanto tarea de la profesión médica vigilada por
el Estado— tiene su origen en
el
Congreso Higiénico Pedagógico, el cual se reunió en
la
capital del país en 1882.
El
Consejo Superior de Salubridad —en ese momento, la máxima autoridad en materia
de salud— convocó
al
congreso el 18 de enero de 1882, y el 21 de ese mes,
tuvo
lugar la sesión inaugural del mismo, la cual estuvo
presidida
por Carlos Diez Gutiérrez, titular de la Secretaría de Gobernación, de la cual
dependía el Consejo de
Salubridad.
La
reunión tenía como objetivo mejorar la salud de los
escolares,
aprovechando tanto los avances de la pedagogía como los de la higiene; y se
proponía resolver: qué
condiciones
higiénicas debía llenar una casa destinada
RESUMEN
El
ingreso de la profesión médica al ámbito escolar en
México
ocurrió a partir del Congreso Higiénico Pedagógico, que se realizó en la
capital del país en 1882. Esta reunión fue importante porque mostró el interés
del Estado
y
la sociedad ante la salud de los escolares, y porque
todas
sus propuestas se llevaron a cabo, si bien no de
manera
inmediata. La inspección médica escolar en el
México
de finales del siglo XIX no fue un hecho aislado,
sino
que coincidió con la reglamentación de la higiene en
todos
los espacios privados o públicos, y con una preocupación internacional por la
prevención de las enfermedades de la niñez. En este estudio histórico, se
revisaron
básicamente
fuentes primarias: periódicos médicos de la
época
y las memorias manuscritas del Congreso.
Palabras
clave: Historia de la inspección médica escolar,
Salud, escolares.
para
establecimiento de instrucción primaria; cuál era el
modelo
de mobiliario escolar que, siendo económico, podía satisfacer mejor las
exigencias de la higiene y que por
lo
tanto debía preferirse; qué características debían tener
los
libros y demás útiles para la instrucción, a fin de que
no
alteraran la salud de los niños; cuál era el método de
enseñanza
que daba mejor instrucción a los niños sin
comprometer
su salud; cuál debía ser la distribución diaria de los trabajos escolares de
acuerdo con las diferentes
edades
de los educandos, y qué ejercicios debían practicar
éstos
para favorecer el desarrollo corporal; qué precauciones debían tomarse en estos
establecimientos para evitar
entre
los niños la trasmisión de las enfermedades; qué requerimientos debía satisfacer
una cartilla de higiene para
las
escuelas de instrucción primaria, y qué medidas serían
más
a propósito para obtenerlas.
Para
discutir cada uno de estos puntos se nombraron
comisiones
mixtas, es decir, integradas por médicos y
maestros.
El Congreso tuvo una subvención estatal de
30
pesos mensuales, y sesionó de enero a diciembre del
año
82. Su presidente fue Ildefonso Velasco, también
medigraphic
Artemisa en lÌneaarrillo AM: Higiene escolar: Congreso Higiénico Pedagógico.•
Rev Mex Pediatr 1999; 66(2); 71-74
72.
presidente
del Consejo Superior de Salubridad
Reglamento
del Consejo, del 14 de julio de 1879, había
dado
a ese organismo sanitario la autoridad para vigilar
las
condiciones higiénicas de las escuelas.
Por otro lado, con el fin de uniformar la
enseñanza elemental e
introducir
reformas a los establecimientos de instrucción, se formó, también en 1882, una
Academia de Pedagogía, integrada por los profesores municipales de
uno
y otro sexo.
Sin embargo, las profesoras no tuvieron cabida
en el Congreso Higiénico Pedagógico, pues la mayoría de los médicos y maestros
votaron contra su
posible
participación.
Por
entonces, gran número de escuelas se localizaban
en
vecindades, al lado de caños abiertos o depósitos de
basura;
los escolares padecían afecciones que los hacían
débiles
y raquíticos; y muchos alumnos asistían a clases
cuando
tenían algún padecimiento, por lo que era frecuente que otros contrajeran ahí
tuberculosis, tifo, viruela u otras enfermedades infecto-contagiosas.
En
esa época, las defunciones de menores de 15 años, representaban más
del
50% de la mortalidad general.
El último objetivo del Congreso era tener
generaciones vigorosas, capaces de
trabajar
y defender a la nación.
Se
debatió en el Congreso y se llegó a acuerdos sobre la
orientación
que debían tener las escuelas (este, noroeste),
los
materiales de la construcción (sólidos, ligeros, refractarios a la humedad y
malos conductores del calor), las condiciones de los salones de clase (bañados
por la luz natural
directa
a la que se consideraba agente poderoso para conservar y aun para restablecer
la salud de los niños, bien ventilados y dotados de agua), el espacio que debía
estar destinado a cada alumno (1.50 m2 de superficie y de 4.50 a 5 m de altura).
También, sobre la existencia de gimnasios,
construcción
de inodoros, los ejercicios corporales que podrían realizar, y los libros en
que deberían estudiar. En las discusiones en torno a la orientación de las
escuelas, se cuestionaba que las decisiones no eran objetivas, pues la
orientación
propuesta no era compatible con el trazo y dirección de las calles de la
capital. Algunos decían que había que pensar en las condiciones reales del
país; pero otros, que se trataba de plantear cómo sería una escuela model
de
acuerdo con los criterios científicos.
Fundamental
para la higiene fueron las medidas sugeridas para evitar la trasmisión de las
enfermedades contagiosas, fueran éstas febriles, como tifo, varicela, viruela,
sarampión,
escarlatina, angina diftérica y croup; o no febriles, como estomatitis
ulcerosa, cremosa o algodoncillo,
tosferina,
oftalmías purulenta y catarral, sarna, tiñas, sífilis, epilepsia y corea. Se
acordó, en las primeras, impedir
la
asistencia de los niños a la escuela; en las segundas, poner a los alumnos
enfermos retirados del resto de los compañeros y a su espalda para que no
fueran vistos. Cuando un alumno sufriera un ataque convulsivo —de epilepsia,
de
histeria o cualquier otro—, se le retiraría inmediatamente de la clase y se le
conduciría a otra pieza, donde no se permitiría la entrada a los demás niños.
Se
buscaba ampliar la intervención de los médicos en el ámbito de la escuela: el
Congreso pidió al gobierno
que
nombrara el número suficiente de médicos inspectores de la higiene escolar,
quienes vigilarían que se cumpliese todo lo aprobado por la asamblea.
También
se pretendía ampliar la influencia del médico
fuera
de la escuela: todo niño, al ingresar a un establecimiento de instrucción,
debería presentar un certificado médico
donde
constara que estaba vacunado, que no padecía enfermedad contagiosa alguna y que
era apto para los estudios. Se sugirió que los niños fuesen auscultados por el
oculista antes de entrar a la escuela.
Por
otro lado, a todo niño enfermo se le exigiría el certificado de un médico,
en
el que se estipulara que estaba sujeto al tratamiento conveniente.
Todas
estas propuestas se llevarían a cabo más tarde.
Aunque
se aclaraba que no era tarea del Congreso dictar los programas de estudio sino
únicamente fijar las condiciones higiénicas de la enseñanza, los delegados
opinaron que la salud de los niños resultaría perjudicada si se
les
abrumaba con conocimientos. Proponían como materias que los niños debían
estudiar: lecto-escritura, aritmé-tica y lecciones sobre objetos comunes,
conocidas como miscelánea.
Luego
se incluyeron: nociones de lenguaje y de ciencias, moral y ejercicios
musculares; también la higiene.
Para algunos miembros del Congreso, con la
higiene del cuerpo y del alma, se desarrollarían las facultades físicas,
intelectuales y morales de los educandos.
En
las actas no queda clara la argumentación, pero algunos delegados proponían que
para evitar ciertos males se atrofiaran determinados órganos.
Decían
que en el alma había tendencias buenas y malas, y que si cada una
de
ellas correspondía a ciertos órganos, había que desarrollar los que albergaran
a las primeras, y atrofiar los que fueran residencia de las últimas.
Al
abordar los métodos de enseñanza, el Congreso
discutió
acerca de la disciplina en los centros educativos; este tema dio lugar a
fuertes debates.
Para
algunos delegados, el castigo corporal —medio más generalizado entonces de
procurar dirigir la conducta de los educandos— era tanto irracional como
inmoral, y proponían en su lugar la disciplina de las consecuencias,
que
consistía en hacer comprender al niño que su acción tenía una consecuencia, que
quería su castigo.
Pero,
para otros, abandonar el castigo físico era equivalente a minar la escuela, el
hogar, y las bases del orden y de la moralidad en la que destacaba la sociedad;
proponían reglamentar el castigo, mas no eliminarlo.
Finalmente,
se llegó a una propuesta conciliatoria de ambas posiciones.
13arrillo
AM: Higiene escolar: Congreso Higiénico Pedagógico.• Rev Mex Pediatr 1999;
66(2); 71-74
73
La
profesión médica logra ingresar al ámbito escolar
Cuando
Flores escribió su historia de la medicina (1886),
aún
no se habían construido edificios ad hoc para escuelas o
colegios,
sino que, en el caso de los establecimientos nacionales, se seguían
aprovechando los conventos, iglesias u otros edificios de la época virreinal; y
los colegios municipales y particulares estaban acomodados en casas ordinarias
alquiladas.
Por
ello, si bien el gobierno federal y los municipios destinaban fuertes sumas a
las dotaciones de las escuelas, no había en los salones de clase ni suficiente
aire ni adecuada luz.
Pero
el Congreso del año 82 había sembrado una simiente. En 1889, 1890 y 1891, se
reunieron en la ciudad de México los Congresos Nacionales de Instrucción
Pública, donde se trataron nuevamente las cuestiones de higiene escolar, y
quedaron definitivamente aceptadas treinta y dos resoluciones relativas a
ubicación, orientación, construcción, iluminación, ventilación, capacidad,
mobiliario
y anexos (patios e instalaciones sanitarias, entre otros).
Mas tarde, se construirían expresamente, en
diferentes zonas del país, algunas de las llamadas «escuelas modelo», que iban
a tomar en cuenta las sugerencias del Congreso Higiénico Pedagógico y de los
Congresos Nacionales de Instrucción Pública.
La
dirección general de introducción primaria se creó en 1896. La propuesta de los
médicos del Congreso Higiénico Pedagógico de establecer una Inspección Médica e
Higiénica de las Escuelas, se hizo realidad el 3 de julio de ese año.
A
partir de ese día, hubo inspectores médicos en las escuelas primarias del
Distrito Federal y en los territorios sobre los que el Consejo Superior de
Salubridad tenía jurisdicción (Tepic y Baja California).
Se
estipularon como obligaciones de los médicos inspectores: cuidar, en las
escuelas, la salud de los niños y las condiciones higiénicas del edificio,
mueblajes y útiles; e informar a la Dirección General mensualmente, y en caso
de urgencia en el acto, acerca de los resultados de las visitas que hicieren a
las escuelas.
Como
había sugerido el Congreso Higiénico-Pedagógico, la Academia Nacional de
Medicina convocó a principios del siglo XX, a un concurso para elegir la mejor
cartilla sobre enfermedades infeccio.sas para la enseñanza primaria.
Querían
que el niño conociera las afecciones para huir de ellas. Ganó la titulada: «La
limpieza es hija del honor y madre de la salud», que contenía un texto y un
atlas de ilustraciones, y que había escrito Luis E. Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario