miércoles, 14 de noviembre de 2012

E L C O N G R E S O N A C I O N A L D E I N S T R U C C I Ó N P Ú B L I C A D E 1 8 8 9.


E L C O N G R E S O N A C I O N A L D E I N S T R U C C I Ó N P Ú B L I C A D E 1 8 8 9.


Durante el siglo diecinueve el Estado liberal mexicano, encabezado por Porfirio Díaz,
estuvo impregnado de un ambiente modernizador, como parte de ese proceso de
construcción nacional y progreso, la educación no fue la excepción, y fue parte
fundamental del proyecto modernizador porfirista. Ello hizo necesario replantear la función
del Estado en materia educativa; así, se buscó adecuar la educación a las nuevas
necesidades y encaminarla hacia fines nacionalistas.

El país intentaba definirse como una nación moderna dentro del contexto mundial
del capitalismo, para ello, se utilizó la educación como  el factor central de unidad. La instrucción era el medio para combatir el analfabetismo y para formar hombres leales al Estado, por lo que se hizo necesario que el proyecto educativo nacional del porfiriato ordenara y unificara las distintas propuestas hechas por teóricos, pedagogos, hombres de estado, profesores y juristas. 
Es en este contexto que se hizo necesaria la convocatoria de una reunión especial, el Congreso Nacional de Instrucción Pública (CNIP) de 1889-1890, éste fue el foro adecuado para discutir los aspectos educativos. En dicho evento se diagnosticó la situación de la educación y se definieron los lineamientos y las políticas que tenían que seguirse en materia educativa durante el porfiriato. Se calificó la realidad educativa, cuyo rasgo distintivo era la  desorganización, pues no existía homogeneidad en leyes, reglamentos, sistemas escolarizados, métodos y programas.
En síntesis, no había acuerdos  precisos en materia educativa.
Prueba de ello era que en cada estado del país se establecían los parámetros que
se creían adecuados para la enseñanza. Además que la diversificación y la competencia de las distintas instituciones de enseñanza fue constante, así encontramos que Los establecimientos de beneficencia sostienen escuelas que están sometidas á la Secretaría de Gobernación; la Escuela Militar está sujeta
a la de Guerra; la de Minas y Agricultura pertenece al Ministerio de Fomento; la mayor parte de  las primarias corresponden al Ayuntamiento; en los Estados sucede otro tanto con las que sostienen los gobiernos locales, y las que están á [sic] cargo de los municipios.

Así, pues, difícilmente se pueden obtener datos respecto de las instrucción pública en el país, y mucho ménos [sic] imprimirle un impulso uniforme y vigoroso.

Consciente de esta situación de desorden el Estado mexicano necesitaba organizar
las actividades educativas en una sola dirección y trazar políticas que le permitieran consolidarse como una nación desarrollada  y progresista, en el marco que le imponía formar parte de los países capitalistas. Así el primer paso fue buscar la uniformidad de los sistemas educativos.

Este deseo de homogeneizar la enseñanza se hizo tangible en 1889 con la convocatoria de todas las entidades federativas al  Primer Congreso Nacional de
Instrucción Pública. Joaquín Baranda, ministro de instrucción pública, como representante  del Estado encabezó la reunión. del Estado encabezó la reunión.

 Al igual que en otros aspectos del país, en el ámbito educativo se hizo presente la influencia francesa. El Congreso de Instrucción 3 se inspiró en las ideas de Jules Ferry y en el Congreso Pedagógico que éste había organizado en Francia
en el año de 1880.

Dicho afrancesamiento se hizo patente en el campo educativo, sobre todo referente a la organización de la instrucción, así se leía en la prensa de la época Los franceses han entendido como nadie lo que quiere decir educación, porque al educar le llaman elevar; que es el modo seguro de ir salvando á los pueblos, cuando la  educacion no es nominal retórica é incompleta.


De este modo la reunión nacional surgió para hacer frente a la situación de
desorganización que existía en el terreno educativo, se justificaba, así, en un primer momento,

La convocatoria del Primer Congreso pues  A las dispersas actividades educativas debía de dárseles, decía la convocatoria, “cohesión y uniformidad, porque los esfuerzos aislados, nunca son bastante eficaces, y la acción común, ejercida en forma análoga y por idénticos medios, conducirá infaliblemente al éxito más lisonjero.
En casi todos los ramos de la administración puede reconocerse fácilmente que domina un espíritu de unidad nacional. Sólo en lo concerniente a la enseñanza oficial, no se ha llegado todavía a esa uniformidad, y esto ocasiona y seguirá ocasionando graves dificultades a  la enseñanza en general, y particulares y notorios  perjuicios a los profesores y alumnos.

En un segundo momento, respondía al ejemplo de modernización y orden que se
venía gestando en el país durante el siglo diecinueve, pues se creía que la conformación de un sistema nacional de educación popular fortalecería la unidad conseguida ya en algunas áreas administrativas de la nación, muestra de dicho avance y unidad lo fueron: La legislación civil y penal, uniforme en todo el país, los códigos de Comercio y de Mineria [sic], así como diversas leyes reglamentos
fiscales, tambien [sic] uniformes en gran parte de los Estados, patentizan
la tendencia á llegar á una unidad nacional, que producirá grandes
ventajas en diversos ramos de la administración.

Sin embargo, para el rubro educativo, no  existían leyes homogéneas, ni un orden
común para la instrucción, ya que en los estados de la República, las disposiciones tomadas respecto a la instrucción dependían en la mayoría de los casos de los Ayuntamientos y sus consejeros, ello ocasionó que cada vez que se renovaba ésta institución, se modificaran también los acuerdos para la instrucción, dificultando la continuidad y la organización de la educación.
Para terminar con esta anarquía se exhortó a los estados, al gobierno del Distrito
Federal y Territorios a uniformar su legislación y sus reglamentos escolares. A nombre del ejecutivo federal, el ministro Joaquín Baranda, convocó al  Congreso de Instrucción, invitando a los gobernadores a que nombraran a un representante para que asistiera a la  asamblea que se llevó a cabo en la capital de la República, del 1º de diciembre de 1889 al 31 de marzo de 1890.

En el  Congreso de Instrucción se acometió discutir y resolver las cuestiones
educativas necesarias para el mejor desarrollo del país con el objetivo central de hacer de la instrucción el factor originario de unidad nacional así como base de toda prosperidad y de todo engrandecimiento.

Para conseguir esto había que  lograr la meta propuesta por el
Congreso; la uniformidad de la enseñanza elemental en el país, bajo tres premisas
fundamentales: gratuidad, obligatoriedad y laicidad.

La uniformidad se consideraba instrumento de unidad nacional, en
cuanto a través de teorías y practicas uniformes, se instalarían en la niñez
y juventud mexicanas los conocimientos, actitudes y valores propios de
su identidad nacional.


Para lograr la uniformidad de la instrucción e inculcar los nuevos valores al
ciudadano mexicano, no bastó con la organización y la reforma de planes y programas comunes; se hacía necesaria la formación de los maestros, ya que eran ellos los encargados de aplicar los nuevos conocimientos y de transmitir el ideal del Estado porfiriano con su enseñanza por todo el país. En el fondo, se trataba de igualar un discurso nacional que justificara al Estado liberal.

Sin embargo, conseguir la unidad nacional propuesta por el Estado tenía algunas
limitaciones como el nivel educativo desigual en los estados, los ingresos destinados para financiar la educación, además de la diversidad de clases que habitaban a lo largo de la República, siendo mayoritaria la clase indígena, considerada a menudo como un obstáculo para el progreso, calificada como la raza que tenía  atrofiadas en partes sus facultades intelectuales, á causa de haber sufrido varios siglos de ignorancia y de abyección, lo cual limitaba un posible desarrollo.

Pese a estas barreras, la enseñanza fue utilizada como el elemento principal para que el estado respaldara su postura liberal y consiguiera la formación de un nuevo ciudadano bajo un solo esquema nacionalista, todo a partir de dar mayor solidez al sistema educativo nacional con la reunión del Congreso Nacional de Instrucción Pública.

El énfasis en la uniformidad, objeto  de tantos debates y meta de las
aspiraciones del Congreso, reflejaba la tendencia político-ideológica del
régimen. Es cierto se trataba de uniformar, no de centralizar la educación,
pues los estados conservaban su autoridad sobre cuestiones educativas en sus
respectivos territorios. Es más se matizaba la uniformidad con un sinónimo:
unificación. […] la tradición cultural de la nación y la incapacidad de los
ayuntamientos para organizar adecuadamente la instrucción mostraban la
necesidad de establecer una “centralización” flexible, adaptada a la
naturaleza de las vastas regiones del país y sus distintas necesidades.

Bajo esta idea de unidad nacional, el impulso de acciones educativas concretas y el
apoyo en la autonomía estatal se trataba de formar la escuela nacional mexicana del porvenir, con una uniformidad en sus distintos ciclos, característica que acabaría con las dispersas y rivalidades nacidas de la diversidad de métodos, textos y  asignaturas. El ministro urgía se  realizase la federalización de la
enseñanza, porque ésta sería el factor de unidad nacional. La primaria
laica, obligatoria y gratuita debería ser uniforme en cuanto a la edad en
que forzosamente había de recibirse –seis a doce años- (art.2º de la Ley de
Marzo 23 de 1888) las asignaturas  por cursarse, los programas, la
duración de la misma y las sanciones para hacer efectivo el precepto.

Con la reunión del  Congreso de Instrucción, se impulsó la uniformidad y la
consolidación de la educación, pero además se pretendió crear un  sistema nacional de educación popular para todo el país. En palabras de los miembros del Congreso, sería:
el mejor medio para conseguir  el conveniente equilibrio entre los

componentes de la sociedad; pues siendo uno de sus principales
caracteres el ser universal, lleva a todas las regiones de un país los
elementos indispensables y más apropiados para promover la cultura
general.
Así, las actividades del Congreso iban encaminadas a la consolidación y afirmación
de un sistema popular de enseñanza, pues con ellas se pretendió a toda costa promover la educación de las masas, con un doble objetivo;  prepararlos en el aspecto intelectual, y formarlos en los principios de amor y respeto hacia las instituciones liberales. Con esto no sólo se perfilaba la creación del hombre liberal moderno, sino que además, el estado promotor de la educación, legitimaba su poder frente a los ciudadanos.

De este modo, el  Primer Congreso de Instrucción fue el foro adecuado para
reordenar los nuevos planteamientos educativos de fines del siglo XIX y para ello, se presentó un vasto cuestionario que contenía los temas a discutir y a resolver, todos encaminados a lograr acuerdos que apoyaran la modernización de la educación mexicana fundada en  la instrucción popular; pero en la Escuela Nacional, en la instrucción homogénea, dada a todos, y en toda  la extensión de la República, al mismo tiempo, en la misma forma, según un mismo sistema y bajo las
mismas inspiraciones patrióticas que deban caracterizar la enseñanza oficial.

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